martes, 26 de mayo de 2009

COLUMNA 48

COLUMNA
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Hoy me publican en "El Mundo Cantabria" esta columna, sobre el juicio contra Pablo Soto y los estupendísimos programas que permiten intercambiar archivos.
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Sinde-scargas
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Estos días se celebra el juicio que enfrenta a las discográficas Warner, Universal, Emi y Sony-BMG con Pablo Soto, el creador de herramientas como Blubster, Piolet y Manolito, programas P2P que facilitan el intercambio de archivos, es decir, que permite la comunicación y la difusión de la cultura de forma libre.
Al margen de si Pablo ya se ha hecho o no multimillonario con su empresa MP2P Technologies, me gustaría ir al fondo del asunto: la difusión libre de cultura. El único delito de Pablo es el de crear herramientas para intercambiar cualquier tipo de archivos. Y es evidente que no se puede responsabilizar a los fabricantes del uso fraudulento que hagan los usuarios. Además, le guste o no a los mercaderes culturales la actual legislación establece que no es delito la descarga de música si no existe ánimo de lucro.
Aún así, por toda Europa surgen leyes que tratan de destruir cualquier canal por el que fluya cultura y eliminar cualquier posible acceso no lucrativo a la cultura. Es la guerra total a la cultura libre y Zapatero toma posiciones; si hace poco aprobó el canon digital -por el que de partida todos somos culpables- para devolver favores políticos a ciertos artistas, ahora nombra Ministra de Cultura a Ángeles González-Sinde, una guionista cuyo objetivo, por declaraciones recientes, parece ser el de criminalizar y frenar las descargas gratuitas de contenidos protegidos e impulsar otros modos de descarga que la industria acepte ($$$). La SGAE le aplaude y se frota las manos ($$$). Por otro lado difunden términos como descargas legales e ilegales, términos cuya diferencia, según la
Ley de Propiedad Intelectual aprobada en 2006, es nula porque no ilegaliza las descargas. Por lo tanto la expresión “descargas ilegales” es un engañabobos.
Yo creo en el intercambio libre de archivos como creo en el intercambio de cromos, bien sea en Internet o en la Plaza Pombo. No se ha inventado cosa más humana. Y creo que las plazas públicas e Internet no deben convertirse en hipermercados.
Supongo que si la asociación Promusicae –a la que pertenecen los demandantes-, o la propia SGAE, hubieran existido en el siglo XV habrían quemado vivo a Gutenberg por inventar la imprenta. Por su parte los telediarios y la ministra seguirán asegurando que la descarga de archivos acabará con la cultura, cuando la cultura se fortalece precisamente allí donde se difunde y comparte.

viernes, 22 de mayo de 2009

FALLECIMIENTO

FRANKLIN ROSEMONT
(2 de octubre de 1943, 12 de abril de 2009)
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Mazazo. Es un auténtico mazazo. Hace unos días que fallecía el bueno de Rosemont, al que he admirado siempre. A continuación posteo un texto aparecido en la página web del grupo surrealista de Chicago al respecto, traducido por Noé Ortega:
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Franklin Rosemont, poeta, artista, editor, historiador y activista surrealista, ha muerto en Chicago el domingo 12 de abril, a la edad de 65 años. Su encuentro con André Breton en París en 1966 fue un acontecimiento decisivo en su vida. Ese mismo año fundó, junto a su amigo Paul Garon y a la que fue su compañera y camarada durante más de cuatro décadas, Penelope Rosemont, el Grupo surrealista de Chicago, un audaz, enérgico y duradero grupo de personas que hicieron de la ciudad un importante centro en el contexto de una reemergencia mundial de un movimiento de revuelta artística y política. Durante las cuatro décadas posteriores, hasta llegar a la actualidad, Franklin y sus compañeros de Chicago produjeron un conjunto de declaraciones, manifiestos, poemas, collages y otras intervenciones que, sin lugar a dudas, constituyen un principio inspirador para una revolución puesta al servicio de lo maravilloso.
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Franklin Rosemont nació en Chicago el 2 de octubre de 1943. Su padre, Henry Rosemont, impresor, y su madre Sally, músico de jazz, eran obreros militantes activistas. A pesar de haber interrumpido sus estudios en el Instituto de Maywood (dedicándose incontables horas a leer en la librería del
Instituto de Arte de Chicago toda la bibliografía que encontraba relacionada con el surrealismo), ingresó en la Universidad Roosevelt en 1962. Ya radicalizado por la tradición de su medio familiar, y por su propia investigación sobre cómics políticos, los Freedom Rides y la Revolución Cuba, Franklin entró rápidamente en el tormentoso movimiento estudiantil universitario.
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Recordando aquella época, Franklin le diría a cualquiera que le preguntara que él se “especializó en St. Clair Drake” en la Universidad de Roosevelt. Bajo la tutela del erudito afroamericano, comenzó a explorar los amplios campos de la experiencia urbana, la política racial, y una profunda formación histórica –temas que continuarían siendo esenciales para él durante el resto de su vida. También continuó sus investigaciones sobre el surrealismo, hasta que en 1965 viajó a París, junto a Penelope, donde conoció a André Breton y al resto de miembros del Grupo surrealista de París. Los parisinos quedaron tan impresionados por los jóvenes norteamericanos como Franklin y Penelope por ellos, y este encuentro constituyó un acontecimiento crucial en la vida de los Rosemont. Con el apoyo del grupo de París, fundaron, a su vuelta a los Estados Unidos, el que fue el primer grupo surrealista de Norteamérica, caracterizado por el estudio intenso y la actividad apasionada y dedicado igualmente a la práctica del arte y a la organización política. Tras la muerte de Breton en 1966, Franklin trabajó con su mujer, Elisa, en la organización de la primera recopilación de textos de Breton en inglés.

Durante los años sesenta, Franklin estuvo activo en el IWW (Industrial Workers of the World), en el grupo Rebel Worker, y en el movimiento estudiantil SDS (Students for a Democratic Society). Participó con el IWW en la organización de una huelga de recolectores de arándanos en Michigan en 1964, empleando su considerable talento para la elaboración de panfletos y propaganda en la producción de posters, folletos,
periódicos y demás documentos en la imprenta del SDS. En 1970 comenzó una larga y fructífera asociación con Paul Buhle, con la publicación de un número especial sobre surrealismo en la revista Radical America, a la que seguirían Arsenal/Surrealist Subversion, la espléndida, humorística y mordaz revista del grupo, y varios números especiales de Cultural Correspondence.

El éxito de la Exposición Surrealista Internacional de 1968 en la galería Bugs Bunny de Chicago señaló el alto impacto cultural de los surrealistas de Chicago, que sin embargo no abandonaron su crítica de la política y del arte dominantes y fosilizados. Los Rosemont se convirtieron pronto en figuras destacadas dentro de la reorganización de la editorial radical más antigua del país, la Charles H. Kerr Company. Bajo el paraguas de la Kerr Company y de su editorial surrealista, Black Swan Press, Franklin editó e imprimió el trabajo de algunas de las más importantes figuras del pensamiento de izquierdas: C. L. R. James, Marty Glaberman, Benjamin Péret y Jacques Vaché, T-Bone Slim, Mother Jones, Lucy Parsons y, en un libro publicado tan sólo unos días antes de su fallecimiento, Carl Sandburg. En los últimos años, creó y editó una serie de obras sobre el surrealismo en la Editorial de la Universidad de Texas, además de continuar su labor en Kerr Co. y Black Swan.

Amigo y reconocido colaborador de figuras como Studs Terkel, Mary Low, los poetas Philip Lamantia, Diane di Prima, Lawrence Ferlinghetti y Denis Brutus, la pintora Leonora Carrington, y los historiadores Paul Buhle, David Roediger, John Bracey y Robin D. G. Kelley, la propia actividad creativa de Rosemont fue tremendamente variada en cuanto a inspiración y resultados. Sin poseer ningún título universitario, escribió y editó una larga lista de obras, y fue una fuente de referencia para un gran número de escritores e investigadores.

Fue probablemente el especialista más prolífico de la historia desconocida del movimiento obrero y la izquierda en los Estados Unidos. Su brillante estudio titulado Joe Hill, the IWW and the making of a revolutionary working class, comenzó bajo la idea de una pequeña recopilación de las desconocidas tiras humorísticas de este mártir revolucionario, y terminó siendo un enorme trabajo de referencia que constituye la mejor fuente acerca del movimiento radical estadounidense de comienzos del siglo XX. También coeditó el Haymarket Scrapbook, una de las mejores y más bellas historias ilustradas del movimiento obrero. Recopilaciones indispensables como The big red songbook, What is surrealism?, Menagerie in revolt, y el libro de próxima aparición Black Surrealism, permanecen para asegurar que el legado de los movimientos que fueron una fuente de inspiración para él continúen alentando a los jóvenes radicales de las generaciones venideras. En ninguna de estas obras Rosemont separó el estudio de la práctica del arte, ni la práctica del arte de la revuelta. Entre sus libros de poemas se encuentran Morning of a machine gun, Lamps hurled at the stunning algebra of ants, The apple of the automatic zebra’s eye, y Penelope. Los dibujos subversivos de Franklin, de un humor maravillosamente incisivo, ilustraron multitud de publicaciones y exposiciones surrealistas.

De hecho, entre la historia que él mismo contribuía a crear y la historia que ayudaba a conocer, Franklin nunca se encontraba sin una historia que contar o un libro que escribir –sobre el IWW, SDS, la bohemia de Chicago, el grupo Rebel Worker, los últimos 100 años de publicaciones radicales en Estados Unidos, o sobre la comunidad surrealista internacional que siempre parecía estar pasando por la casa de los Rosemont en Rogers Park. Estando tan ligado y comprometido con las nuevas iniciativas surrealistas y radicales como lo estaba con las históricas, Franklin siempre se encontraba respondiendo a las cuestiones de una nueva generación de surrealistas y activistas radicales, siendo un interlocutor riguroso y siempre generoso. En todo nuevo proyecto, en toda nueva revuelta contra la miseria con la que entraba en contacto, Franklin vislumbraba la esperanza de una imaginación libre y sin ataduras, y ofrecía su propia creatividad ilimitada a todos y cada uno de los problemas que le rodeaban, inspirando, apoyando y enseñando a la siguiente generación de surrealistas de todo el mundo.

Escribió con su mentor afroamericano Robin D. G. Kelley el libro Black brown and beige, surrealist writings from Africa and its diaspora, que será publicado próximamente por la Editorial de la Universidad de Texas.

Grupo surrealista de Chicago
http://www.surrealistmovement-usa.org/

martes, 19 de mayo de 2009

COLUMNA 47

COLUMNA
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Hoy publican esta columna en la que hago una revelación de gran importancia para el mundo de la filosofía y el arte.
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El pensador
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No me resisto más. O lo cuento o exploto. Ignoro si alguien ya ha descubierto lo que a continuación les voy a revelar; tal vez sí y lo que suceda es que nadie se atreva a hacerlo público, ya que eso puede hacer tambalear los cimientos filosóficos de nuestra modernidad. Quizá no deba contar esta confidencia pero no quiero que recaiga sobre mí todo el peso metafísico (y físico) de semejante hallazgo, las consecuencias filosófico-exegéticas que acarrea.
Hace décadas Dalí hizo un asombroso descubrimiento en el cuadro “El Ángelus” de Millet. Cuando lo vio por primera vez sintió una extraña sensación de pesadumbre; el cuadro muestra a una pareja de campesinos en apariencia rezando el Ángelus a ambos lados de una cesta. Él intuyó que esos personajes no oraban sino que el misterio que les envolvía no era otro que el de la muerte. El caso es que posteriormente, analizado el lienzo con rayos X, se pudo distinguir un ataúd infantil debajo del cesto; los campesinos no rezaban el Ángelus para agradecer por sus cosechas sino que lo estarían haciendo por su hijo pequeño muerto. Asombroso, sí, pero mi descubrimiento creo que lo supera.
Hace varias semanas que en el museo CaixaForum de Madrid se pudo disfrutar al aire libre de la muestra Arte en la calle. Auguste Rodin en Madrid, que reunía siete esculturas del escultor francés, entre ellas “El pensador”. Desde siempre he sentido fascinación por esa pieza, que provoca en mí una especie de succión de los pensamientos, una demora inexplicable. En esta exposición “El pensador” estaba elevado unos dos metros. Así que observándole desde una perspectiva diferente a la habitual todo cobró sentido de repente: el personaje está cagando.
¿Cómo no me di cuenta antes? Tras tantos años elaborando complejas teorías e interpretaciones al respecto comprendí en un instante lo que nos quiso decir Rodin: el sentido de la vida se reduce al esfuerzo de una ininterrumpida defecación. Ni náusea sartreana, ni duda existencial, ni cosas de esas. Tan sólo una pujanza que aprieta por encima del bien y del mal, como definitivo gesto del escepticismo humano.
Todas las cuestiones filosóficas de la Historia se resolverán de un modo similar. La Humanidad, con todas sus tragedias e injusticias, está más imitada por un hombre que caga que por un hombre que piensa. Se retrata con más solidez, más autenticidad –y más plasticidad también- la condición humana.

viernes, 8 de mayo de 2009

COLUMNA 46

COLUMNA
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He aquí la sentida columna que dedico al bueno de Manuel Arce, a quien admiro y aprecio muchísimo.
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Consejo Social
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Esta semana se presenta en el Paraninfo de la Universidad el tomo doble que recopila las obras galardonadas con los Premios de Poesía y Narración Breve del Consejo Social de la Universidad de Cantabria entre los años 1989 y 2007.
Nunca me cansaré de destacar la importancia de un certamen literario como éste, que ha servido de trampolín a tantos escritores; más de 70 obras de poetas y narradores de la talla de Marián Bárcena, Regino Mateo, Marc R. Soto o Javier Menéndez Llamazares -quien por cierto acaba de publicar su primera y muy recomendable novela El método Coué, en la editorial Funambulista- han ido apareciendo en la colección literaria que el Consejo Social lleva editando desde 1989.
Conozco a muchos escritores en activo que empezaron a escribir al iniciar sus estudios y que continuaron haciéndolo impulsados precisamente por haber sido premiados en este certamen y ver publicadas sus creaciones. Otro aspecto a tener en cuenta es el de haber provocado un efecto aglutinante ya que ha permitido que muchos creadores nos conociéramos en persona y no sólo en el papel.
Varias generaciones hemos escrito, hemos creado, alumbrados por el estimulante fanal del Consejo Social. Y debo mencionar a Manuel Arce, el creador e impulsor de este concurso.
Recuerdo que hace 10 años acudí al Consejo Social para recoger las copias de un poemario mío que había quedado finalista. Aquel día parecía no haber nadie por allí pero no tardó en aparecer un hombre trajeado y cordial que me invito a pasar a su despacho. Entonces le dije que quería recoger una obra no premiada. Me la entregó y con gran cercanía me habló muy positivamente de ella; charlando con él pude comprobar que vivía la poesía y que no estaba ante el típico burócrata de la literatura. Me animó a seguir escribiendo y a presentarme a futuras convocatorias. Poco después supe que se trataba de Manuel Arce, al que no conocía en persona pero del que sí conocía algunas de sus novelas y parte de su obra poética, además de poseer algunos números de la revista poética que creó, La isla de los ratones y otros libros publicados bajo su sello.El mundo de la literatura necesita, sin duda, personas como él. Concursos como el que creó, por ejemplo, son esenciales, sobretodo en una universidad como la nuestra, que adolece de falta de estudios de filología reglados. Esperemos que el Consejo Social, pues, siga aportándonos nuevas voces.

jueves, 7 de mayo de 2009

PUBLICACIÓN

CONSEJO SOCIAL
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Este es el resultado: dos tomos excelentemente maquetados y diseñados -de la mano del Servicio de Publicaciones de la UC y más concretamente de Javier Menéndez Llamazares- que incluyen las obras premiadas durante los años 1989 y 2007 en el certamen literario asociado al Consejo Social de la Universidad de Cantabria.
Por este concurso han pasado poetas y narr
adores como Gonzalo de las Heras, Regino Mateo, Marián Bárcena, Maribel Fernández, Marc R. Soto, Noé Ortega, Dámaris Alonso, Javier Menéndez... y así más de 50 premiados. El artífice de este necesario y prestigioso premio no es otro que Manuel Arce. Precisamente mañana o pasado mañana saldrá una columna mía en "El Mundo Cantabria" en la que hablo de la importancia y su influencia en los creadores jóvenes cántabros y también en el contexto universitario, tan escaso de estudios de letras. En estos tomos se han incluido uno de mis poemarios premiados en 1997 y un relato que obtuvo el Accésit en la modalidad de narrativa años después. La verdad que es un lujazo participar en este proyecto.
Ayer se presentó en el Paraninfo en un acto en el que entre otros, se encontraban el rector de la Universidad de Cantabria, Federico Gutiérrez-Solana, la consejera de Educación, Rosa Eva Díaz, el actual presidente del Consejo Social, Juan María Parésencontraba y por supuesto, el bueno de Manuel Arce. Un gran abrazo para él y para todos los que han hecho posible que este concurso exista y siga en pie (entre los que incluyo muy afectuosamente a Vicky).