PARA NO VER EL FONDO
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Con absoluto agrado acabo de recibir el nuevo poemario de Antonio Méndez Rubio. Se titula "Para no ver al fondo" Y llega en un momento de mi vida en el que la verdad, los nuevos libros de poesía que se publican no me aportan nada. Así que además del agrado que supone siempre leer esta poesía, también me ha llenado de un peculiar entusiasmo. Hace meses que permanezco hambriento de buena poesía. Salvo las oportunas apariciones de poemarios de autores como Eugenio Castro, Esther Ramón, Julio Monteverde, Olvido García... el panorama poético deja mucho que desear. De modo que no queda más que emigrar... y refugiarse, como he estado haciendo estos meses en las inteligentes traducciones que Miguel Casado y Riechmann han publicado respectivamente de F. Ponge y R. Char. Y digo esto porque no tengo ningún reparo en situar esta poesía de Mendez Rubio a la misma altura -y en la misma estantería- que los libros de Ponge. Trateré de justificar, no académicamente, esto que digo.
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Para empezar, diré que lo acabo de leer de un tirón. Y lo he leído como debe leerse -y escribirse- todo poema: abruptamente, irracionalmente, en un estado de conciencia alterado. El libro posee todas las virtudes que debe poseer todo poema: delirio, persuasión, agilidad y autenticidad. Activa en mí lo que el lenguaje tiene de relacional frente a lo que tiene de referencial. Si en la poesía de Ponge el lenguaje se asemeja a una sábana que trata de acomodarse, dejándose caer, sobre los objetos y sus comportamientos -pero no acomodándose del todo, ya que la sábana también "oculta", engaña, camufla- Mendez Rubio lanza su sábana lingüística mucho más allá; la deja caer a un fondo que no existe, para que ésta sea azotada por el viento, o no, pero para que adopte diferentes formas y no sea un mero reflejo de los objetos, sino también de los estados de ánimo, de una atmósfera, de la alteridad que siempre, siempre, siempre, es global. Nos habla de un trayecto, lleno de mutaciones. Si en Ponge hay biyeccionalidad entre fisicidad y lenguaje, en Mendez Rubio hay inyectividad; el conjunto de llegada siempre es mayor. Mucho mayor. No es casualidad que titule a su último capítulo Más. Imposible explicar con palabras lo que Mendez Rubio ya consigue con sus versos, y es precisamente eso lo que hace con sus versos: avanzar a un más allá siempre lejano, al que el lenguaje convencional o coloquial-realista no alcanza.
Con absoluto agrado acabo de recibir el nuevo poemario de Antonio Méndez Rubio. Se titula "Para no ver al fondo" Y llega en un momento de mi vida en el que la verdad, los nuevos libros de poesía que se publican no me aportan nada. Así que además del agrado que supone siempre leer esta poesía, también me ha llenado de un peculiar entusiasmo. Hace meses que permanezco hambriento de buena poesía. Salvo las oportunas apariciones de poemarios de autores como Eugenio Castro, Esther Ramón, Julio Monteverde, Olvido García... el panorama poético deja mucho que desear. De modo que no queda más que emigrar... y refugiarse, como he estado haciendo estos meses en las inteligentes traducciones que Miguel Casado y Riechmann han publicado respectivamente de F. Ponge y R. Char. Y digo esto porque no tengo ningún reparo en situar esta poesía de Mendez Rubio a la misma altura -y en la misma estantería- que los libros de Ponge. Trateré de justificar, no académicamente, esto que digo.
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Para empezar, diré que lo acabo de leer de un tirón. Y lo he leído como debe leerse -y escribirse- todo poema: abruptamente, irracionalmente, en un estado de conciencia alterado. El libro posee todas las virtudes que debe poseer todo poema: delirio, persuasión, agilidad y autenticidad. Activa en mí lo que el lenguaje tiene de relacional frente a lo que tiene de referencial. Si en la poesía de Ponge el lenguaje se asemeja a una sábana que trata de acomodarse, dejándose caer, sobre los objetos y sus comportamientos -pero no acomodándose del todo, ya que la sábana también "oculta", engaña, camufla- Mendez Rubio lanza su sábana lingüística mucho más allá; la deja caer a un fondo que no existe, para que ésta sea azotada por el viento, o no, pero para que adopte diferentes formas y no sea un mero reflejo de los objetos, sino también de los estados de ánimo, de una atmósfera, de la alteridad que siempre, siempre, siempre, es global. Nos habla de un trayecto, lleno de mutaciones. Si en Ponge hay biyeccionalidad entre fisicidad y lenguaje, en Mendez Rubio hay inyectividad; el conjunto de llegada siempre es mayor. Mucho mayor. No es casualidad que titule a su último capítulo Más. Imposible explicar con palabras lo que Mendez Rubio ya consigue con sus versos, y es precisamente eso lo que hace con sus versos: avanzar a un más allá siempre lejano, al que el lenguaje convencional o coloquial-realista no alcanza.
u
En un momento del libro, escucho:
En un momento del libro, escucho:
ñ
Lo que pasa es que no se ve
la forma de salir del miedo
la forma de salir del miedo
y
Enhorabuena, Antonio.
Enhorabuena, Antonio.