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El lunes pasado me publicaron esta columna: más magia cotidiana, más realidad.
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Un papel
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El otro día me sucedió algo singular: paseaba por la calle cuando, de repente, reparé en un papel que había tirado en el suelo y que tenía algo escrito. Como suelo hacer en estas situaciones me agaché de inmediato a recogerlo. Lo guardé en el bolsillo, como si de un billete de 50 euros se tratara y me lo llevé a casa, ansioso de leer su contenido. Un papel encontrado siempre tiene algo de regalo y de sorpresa. Al menos para mí.
Una vez en mi casa me dispuse a analizarlo; se trataba de la página de una agenda ya que en el encabezado se leía "Enero 1" y al lado "2007" escrito con bolígrafo azul. Más abajo había unas palabras tachadas e ininteligibles, y un poco más abajo habían escrito estos ruegos: “-Vivir con Ali en la casa nueva y arreglarla a nuestro gusto. -Jubilarme y cobrar bastante. -No tener problemas de salud”, aunque tal vez sea “de identidad” ya que esa zona estaba doblada y se leía mal la palabra. Un dato más a tener en cuenta: el papel olía a vino.
Era evidente que alguien había realizado una lista de peticiones al nuevo año. La duda es si ese papel fue perdido o si el dueño, tal vez defraudado por no ver cumplidas sus peticiones, lo tiró adrede al suelo. De todos modos me hizo más ilusión encontrarme ese papel que un billete. Lo digo en serio. Es más, les animo a que reparen en esos objetos que hay por los suelos de las ciudades; ya sea en bares, bibliotecas, museos o transportes públicos. Ahí hay algo que escapa a toda manipulación y a toda manufactura artística. Se podría elaborar al respecto una exhaustiva poética acerca de la recogida furtiva de objetos perdidos; también se podría desarrollar como contrapartida una incesante actividad de abandono de objetos en lugares públicos e intervenir así en la trama social, como bien hicieran los surrealistas. Existen incluso publicaciones que recuperan el abandono, como Dirty Found o la célebre Found Magazine; en el editorial de ésta informan que buscan por todo el mundo “cartas de amor y de cumpleaños, deberes de críos, listas de quehaceres, tickets de transporte, poemas en servilletas y todo aquello que nos haga asomarnos a otras vidas” Lo interesante es que admiten colaboraciones, de modo que pueden enviarles sus hallazgos, aunque también pueden publicarlos ustedes mismos; en un blog, en fotocopias o cómo sea.
En esos papeles hay más vida que en cualquier obra de arte museística. Y más autenticidad.
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El otro día me sucedió algo singular: paseaba por la calle cuando, de repente, reparé en un papel que había tirado en el suelo y que tenía algo escrito. Como suelo hacer en estas situaciones me agaché de inmediato a recogerlo. Lo guardé en el bolsillo, como si de un billete de 50 euros se tratara y me lo llevé a casa, ansioso de leer su contenido. Un papel encontrado siempre tiene algo de regalo y de sorpresa. Al menos para mí.
Una vez en mi casa me dispuse a analizarlo; se trataba de la página de una agenda ya que en el encabezado se leía "Enero 1" y al lado "2007" escrito con bolígrafo azul. Más abajo había unas palabras tachadas e ininteligibles, y un poco más abajo habían escrito estos ruegos: “-Vivir con Ali en la casa nueva y arreglarla a nuestro gusto. -Jubilarme y cobrar bastante. -No tener problemas de salud”, aunque tal vez sea “de identidad” ya que esa zona estaba doblada y se leía mal la palabra. Un dato más a tener en cuenta: el papel olía a vino.
Era evidente que alguien había realizado una lista de peticiones al nuevo año. La duda es si ese papel fue perdido o si el dueño, tal vez defraudado por no ver cumplidas sus peticiones, lo tiró adrede al suelo. De todos modos me hizo más ilusión encontrarme ese papel que un billete. Lo digo en serio. Es más, les animo a que reparen en esos objetos que hay por los suelos de las ciudades; ya sea en bares, bibliotecas, museos o transportes públicos. Ahí hay algo que escapa a toda manipulación y a toda manufactura artística. Se podría elaborar al respecto una exhaustiva poética acerca de la recogida furtiva de objetos perdidos; también se podría desarrollar como contrapartida una incesante actividad de abandono de objetos en lugares públicos e intervenir así en la trama social, como bien hicieran los surrealistas. Existen incluso publicaciones que recuperan el abandono, como Dirty Found o la célebre Found Magazine; en el editorial de ésta informan que buscan por todo el mundo “cartas de amor y de cumpleaños, deberes de críos, listas de quehaceres, tickets de transporte, poemas en servilletas y todo aquello que nos haga asomarnos a otras vidas” Lo interesante es que admiten colaboraciones, de modo que pueden enviarles sus hallazgos, aunque también pueden publicarlos ustedes mismos; en un blog, en fotocopias o cómo sea.
En esos papeles hay más vida que en cualquier obra de arte museística. Y más autenticidad.


Con el sugerente título "The Exteriority Crisis: from the city limits and beyond", Eric Bragg acaba de editar desde Berkeley, California y en la editorial Oyster Moon Press, un interesante libro que recoge experiencias de diversos surrealistas internacionales: Miguel P. Corrales, José Manuel Rojo, Bruno Jacobs, Guy Girard, Manuel Crespo, Eric Bragg, Ángel Zapata, Noé Ortega, Julio Monteverde, Vicente Gutiérrez, Silvia Guiard y Eugenio Castro. Algunos de los cuáles pertenecemos al Grupo surrealista de Madrid. La introducción corre a cargo de Eric Bragg, Eugenio Castro y Bruno Jacobs. Los textos incluidos tratan sobre experiencias con la exterioridad; paisajes naturales, lugares emblemáticos y libres, arqueología industrial... Se recogen a modo de muestra algunas fotos (no artísticas) que documentan estas experiencias.

