EL FUEGO FATUO
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“Me suicido porque no me quisisteis, porque no os quise, me suicido porque nuestras relaciones fueron cobardes, para estrecharlas, dejaré sobre vosotros una mancha indeleble” Con estas demoledoras palabras -versos de despedida, diría yo- finaliza una de las películas más contundentes, poéticas y desesperadas que he visto en los últimos meses.
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“Me suicido porque no me quisisteis, porque no os quise, me suicido porque nuestras relaciones fueron cobardes, para estrecharlas, dejaré sobre vosotros una mancha indeleble” Con estas demoledoras palabras -versos de despedida, diría yo- finaliza una de las películas más contundentes, poéticas y desesperadas que he visto en los últimos meses.
Dirigida por Louis Malle y basada en la novela Le feu Follet de Pierre Drieu La Rochelle (quien por cierto se acabaría suicidando) describe los últimos recorridos en la vida de un desorientado suicida; visita a viejos amigos, viejos camaradas, viejas calles, viejas amantes... Pero va sembrando la duda de si lo hace para decir adiós o tal vez para darle una última oportunidad a la vida. El protagonista, Alain Leroy recuerda claramente al poeta surrealista Jacques Rigaut, aunque bien podría remitirnos también a otros célebres suicidas como Arthur Cravan, Julien Torma o Jacques Vaché. Incluso nos viene a la memoria el personaje "decadenciado" de Leaving Las Vegas.
Una gran obra de arte.