Mientras en los medios de comunicación de masas nos entretienen con falsos debates sobre la cultura, se va destruyendo el viejo tejido urbanístico de Santander. Flaman, me envía esto. Difundid, por favor.
Sardinas, mar y pipas para San Martín
Deberíamos reflexionar sobre la desaparición de San Martín. El único área urbano de Santander que ha resistido la amenaza de reconversión durante años, y que se ha ido dejando en el abandono para anular cualquier relación sentimental con el ciudadano. Se han derribado ya los talleres, los hangares donde se almacenaban piraguas y el edificio de la Cruz Roja. La playa de piedra no existe; ni rastro de La Filomena donde se clavó el bastón de mando de aquel gobernador que el Machichaco llevó por delante. Ahora un pequeño semáforo desvía el camino de los paseantes, miles a diario, que circulan por Gamazo hacia los Peligros y más allá, sin otra dirección que el andar hacia adelante para, quizá, poner descanso a sus pensamientos.
En el autobús municipal, las imágenes de un gran cambio en la ciudad para 2014 se repiten en bucle. Como ovejas adocenadas, los usuarios del TUS pierden la mirada en el reflejo del plasma que les promete un futuro mejor. ¿Cuántos de ellos habrán viajado en velero por la bahía? ¿Cuántos habrán oído hablar del Mundial de Vela o sepan siquiera en qué otras sedes se ha celebrado antes? En un ejemplo más de elitismo político, los gobernantes municipales están absolutamente convencidos de los beneficios que un evento de este tipo tendrá para la ciudad. En primer lugar, la inversión de 6,6 millones cofinanciada por los gobiernos regional y central se presenta como un triunfo y sin pudor. Y se me ocurre que muchos helados habrá que vender en quince días de septiembre para poder recuperar ese dinero de alguna manera. O que quizá esto sólo sea bueno para unos pocos. No me sorprendo; las marquesinas del autobús me recuerdan que en Santander se gasta dinero público para personas que tienen teléfonos inteligentes, que, si tienen coche, sabrán donde aparcar, y si son vagos no tendrán que mirar al cielo para saber si se puede ir a la playa.
Ya que nadie me ha contagiado el entusiasmo por la competición de vela, y ante la constante campaña que recibo en el autobús, consulto la Wikipedia para informarme mejor: El Campeonato Mundial de Vela Olímpica (ISAF Sailing World Championships en idioma inglés) es una competición de vela organizada por la Federación Internacional de Vela (ISAF) que se realiza cada cuatro años desde 2003. Se celebra el año anterior a los Juegos Olímpicos de Verano y en ella se disputan, en una misma sede, los campeonatos del mundo de las clases que serán olímpicas en la siguiente edición de los Juegos. El resto de años, esas clases celebran sus campeonatos del mundo por separado, en diferentes sedes.
Hay un par de webs con muy poco contenido. En una de ellas veo al periodista deportivo Jesús Álvarez, a quien imagino presionando en un consejo de redacción del Telediario para ver si puede abrir la edición del domingo en Santander con una sonrisa de oreja a oreja. Leo que las sedes anteriores fueron Cádiz, Cascais y Perth, mientras me pregunto si el Ayuntamiento destinará alguna partida anual por su pertenencia al Club de las Bahías más Bellas del Mundo, que yo no pagaría porque ya la veo guapa. Sin embargo, me da miedo que la ampliación del CEAR de vela pueda ser otro paso para destrozar este entorno. Tengo pánico a que, con la complicidad silenciosa de los santanderinos, un día, sin darnos cuenta, aquello sea un superpuerto deportivo lleno de gente con dinero, coches caros y grandes yates, y que los que paseábamos por ahí antes de que colocaran una cinta de peligro por amianto, o los pescadores, o los enamorados, se encuentren con castas de nuevos y horteras millonarios emitiendo sonoras carcajadas. Ojalá no.
Ojalá después del Campeonato haya asadores de sardinas a precios populares y podamos sentarnos en bancadas de piedra corrida mirando al mar, comiendo pipas o echando una sidra.
Flaman.
Hay muchas maneras de definir el 'Diccionario Bibliográfico de la Poesía en Cantabria' que ayer, viernes, presentó la Fundación Gerardo Diego. Se puede decir que es un libro de consulta, una obra de referencia, una cronología... También «la cultura en círculo», «el principal instrumento de estudio de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX» o «el manual de la cultura más importante de todos los presentados en esta región». A Pureza Canelo, directora de la institución, le faltaban ayer palabras para explicar el contenido de la obra «más ambiciosa» realizada por esta entidad, que han elaborado durante tres años la bibliotecaria Andrea Puente y el escritor Luis Alberto Salcines y en la que se encuentran todas las referencias poéticas relacionadas con Cantabria en los últimos cuarenta años. Desde autores, a premios convocados y entregados, revistas, publicaciones y hasta referencias a los ilustradores y fotógrafos que colaboraron en las portadas de los libros aparecen en el diccionario que ayer se dio a conocer. Medio centenar de los autores que aparecen en él recibieron un ejemplar durante la presentación que tuvo lugar en la sede de la Fundación en la calle Gravina de Santander.
El nuevo volumen de la colección 'Bodega y Azotea, 4', dirigida por Elena Diego, hija del autor de la Generación del 27, y Pureza Canelo, recoge a través de sus diferentes secciones, el panorama poético de la comunidad en las últimas décadas y ofrece la gran variedad y riqueza de publicaciones poéticas, de autores regionales y nacionales que conviven en Cantabria.
De este modo y tras una tarea «compleja y laboriosa», la Fundación ha conseguido aunar las novedades editoriales, tal y como señaló ayer Luis Alberto Salcines que resumió el contenido del diccionario en cifras. «Se recogen referencias de 171 autores, incluyendo poetas, investigadores y críticos; 68 antologías, 43 colecciones, 21 revistas y 16 premios», señaló.
A juicio de Canelo, ha «merecido la pena» los esfuerzos empleados para editar esta obra, ya que todos los autores que se citan en el diccionario han actualizado su bibliografía. «Incluso se han dado caso de poetas que habían olvidado algunas de las colaboraciones que habían presentado», expuso.
Pero para la directora de la entidad, el libro va más allá de la poesía y de Cantabria pues incluye un índice que muestra un «enorme» panorama de autores españoles. Es, según explicó, una «base de datos», un instrumento de estudio de la literatura de la segunda mitad de siglo XX, tanto en Cantabria como en España. Por ello lamentaría que alguien regionalizara su contenido, porque según insistió hablar de la poesía en Cantabria en estas décadas es hacerlo también de la «cultura de este país», de la Generación del 27 y de otros autores a nivel nacional que están vinculados a esta tierra. «Gracias a Gerardo Diego, el mejor poeta de Cantabria», apostilló.
También César Torrellas, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santander y miembro del Patronato de la Fundación, reconoció durante la presentación de la obra que «no es una edición cualquiera», sino que es uno de los ejemplares «más importantes» editados por esta institución.
El diccionario se distribuirá para poder ser consultado en las bibliotecas públicas de Cantabria y del Estado, en las de las facultades de Letras, centros de documentación y en el Instituto Cervantes, entre otros lugares.