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Hoy me publican una columna sobre la maravillosa exposición de dibujos y acuarelas de Eugenio Granell dedicados a André Breton. Totalmente recomendable a pesar de las pocas obras expuestas. La foto que coloco abajo está tomada allí mismo y en ella me acompaña Eugenio Castro.
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«La dicha de haber conocido a André fue el acontecimiento moral e intelectual más extraordinario de mi vida, y nada me ha causado más honda satisfacción que la amistad que tuvo la bondad de dispensarme» Estas emotivas palabras se las escribía Eugenio Granell -para quien escribir y pintar eran la misma cosa- a la viuda de Breton, Elisa, en una carta fechada en 1966, año de la muerte del surrealista.
Ciertamente a ambos les unía un gran apego y una profunda amistad. Muestra de ello son, además de toda su correspondencia, los dibujos que Eugenio dedicó a Breton y que pueden ser visitados estos días en el Museo de Bellas Artes de Santander en una exposición comisariada por Salvador Carretero Rebés y Guillermo de Osma que organizan, producen y gestionan además del propio museo, la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander.
Su título no puede ser más sugerente: “Los Granell de André Breton. Sueños de amistad” En ella se exhiben alrededor de medio centenar de óleos sobre lienzo, tinta sobre papel, gouaches y acuarelas fechados entre 1944 y 1954, pertenecientes a la Colección André Breton; no sólo una de las mejores colecciones de arte surrealista del mundo sino la expresión de toda una concepción liberadora de la realidad y el arte.
El catálogo recoge -a modo de avance de la futura edición de la correspondencia completa entre Eugenio y sus amigos surrealistas que prepara la Fundación Eugenio Granell- un interesante epistolario entre Granell, Breton y su última esposa, Elisa, a pesar de haber tenido que lidiar con la censura de la época, que vigilaba sus cartas.
Les aconsejo acudan a esta exposición. Las obras allí expuestas constatan, además de la citada amistad, un mundo que está permanentemente cristalizándose en vertiginosos torbellinos e incandescencias; pura materia en ebullición donde convergen lo real y lo imaginario, donde las sombras siempre son dobles. Además de toda esa incesante mutación entre el hombre y el animal, entre los objetos y la vegetación.
Porque Granell era un sublime inventor de formas hechizadas en las que siempre reconoceremos, queramos o no, todos esos elementos que la memoria convoca gracias al poder mágico de la figuración.
Enhorabuena de todo corazón a los responsables directos e indirectos de esta exposición. La verdad que es todo un lujo poder disfrutar de estas obras aquí mismo, en nuestra ciudad.