miércoles, 1 de octubre de 2008

COLUMNA 25

COLUMNA
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Hoy me publican esta columna en "El Mundo Hoy en Cantabria".
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Telebasura
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¿Pero qué demonios son todos esos programas del corazón, pseudodebates del famoseo, concursos amañados y demás morralla? ¿Qué está pasando aquí? ¿Por quién nos quieren tomar con tanta teletienda y tanto debate guionizado en el que siempre salen las mismas caras, los mismos lameséquitos de siempre? ¿Y qué pasa con los telediarios? ¿Es aceptable que resuman la actualidad de todo el planeta tan sólo en ocho o nueve noticias?
Os lo diré. Es lo de siempre: el pan y circo de toda la vida, el aborregamiento llevado hasta sus más insospechadas consecuencias, la vieja historia de atontar al personal para que no nos preocupemos de los verdaderos problemas, ni de nuestras propias vidas.
Se dice que estos programas existen porque la gente los ve. Antes tenía mis dudas pero ahora estoy convencido más bien de lo contrario: la gente los ve porque éstos existen. Si a las seis de la tarde emitiesen programas sobre ciencia, arquitectura o literatura universal, al día siguiente se hablaría de ello en el super y en las peluquerías, lo mismo que ahora se habla de Paquirrín y de la nariz de princesa Leticia. No somos tan tontos como nos quieren hacer creer.
Y que no me venga nadie con la milonga de las audiencias. ¿Saben cómo funciona semejante farsa? ¿Sabían que la empresa TNSofres A.M. dispone tan sólo de unos 3300 audímetros operativos en toda España? ¿Sabían que lo que registran esos aparatos se infiere al resto de los 45 millones de españoles, de modo que los datos archivados en cada uno de ellos se aplica a 13.616 personas? ¿Es lógico que una persona pueda otorgar 13.600 espectadores a una cadena? ¿Qué clase de estudio estadístico es ese? ¿A quién quieren engañar?
Un cubano recién llegado a España me ha dicho, tras haber visualizado los programas emitidos en las diferentes cadenas televisivas: “¿Pero para eso quieren la libertad de expresión aquí?” Habría que rebelarse contra todo esto: no seguirles el juego, plantar cara y declarar la guerra abierta a este -omnipresente ya- imperio de la estupidez. Cueste lo que cueste.
Por fortuna el mando a distancia incluye una tecla maravillosa que es la que nos permite apagarla. A ver qué idean los de las altas esferas cuando cada uno sea capaz de diseñarse en Internet la televisión que desea ver, evitando los cauces preestablecidos y la insidiosa publicidad o mejor: crear su propia televisión.
A ver qué idean éstos, cuando todo esto ocurra.

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