miércoles, 31 de diciembre de 2008

FELICITACIÓN

FELIZ AÑO NUEVO
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Los cadáveres de cinco hermanas palestinas de 4 a 17 años muertas en el bombardeo nocturno israelí a una mezquita del campo de refugiados de Yabalia yacen en la morgue de un hospital
Agencia France Press - Publicada en El País - 2008-12-27

martes, 30 de diciembre de 2008

COLUMNA 34

COLUMNA
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La semana pasada me publicaron en "El Mundo Hoy en Cantabria" esta columna. Trata sobre un concepto esencial de hoy en día: lo cutre. Tiene mucho que ver con el célebre "Ensayo sobre lo cursi" de mi admirado Ramón Gómez de la Serna.
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Lo cutre
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El otro día me dio por releer el célebre “Ensayo sobre lo cursi” de mi admirado Ramón Gómez de la Serna. Minutos después me propuse emularlo, tratando de realizar un “Ensayo sobre lo cutre” He aquí algunos breves apuntes, más o menos cutres.
Lo primero que debo decir es que las cosas llaman más la atención cuando son cutres. La “cutrez” determina sin duda una frontera entre nosotros y lo demás. Y creo que cuando nos alejamos de lo cutre damos la espalda a todo lo que nuestra vida tiene de visceral. Lo cutre, a diferencia de lo cursi, no disfraza lo que es. Nos aproxima más a lo que somos. Aceptar lo cutre es aceptar nuestra más fría inmediatez.
Para entender el mundo uno debe comprender lo cutre. En la “cutrez” está el sentido de cada época. Las vanguardias artísticas innovaron mediante objetos, canciones y prendas de vestir cutres, pero con el tiempo todo ese material rupturista fue elegantizándose más y más hasta pasar a formar parte de la moda, de lo comercial. Son cutres los berridos y los escupitajos que lanzaba GG Allin a su público y son cursis las greñas aparentemente desgobernadas de Keith Richards; son cutres las pintadas que se ven en las puertas de los servicios, con sus faltas de ortografía rebosantes de autenticidad, y es cursi cualquier obra de arte museística, por muy transgresora que se autoproclame.
El gran error del arte reside precisamente en haber huido de lo cutre. También es el gran error de la política, tan cursi y adornada. He oído decir a mucha gente que la televisión de hoy en día es cutre. Se equivocan: es cursi, grotescamente cursi. La tele se engalana, se reinventa en el autoplagio, se superpone a sí misma. Es repetitiva pero elegante, es aberrante pero ostentosa. En ella no hay espontaneidad. Encierra sin duda una cursilería miserable que nos aturde e insensibiliza.
Lo cutre, en cambio, esencializa el vivir. Es ante todo autenticidad pero eso a nadie le interesa; se vive en la y de la apariencia. Por eso huimos de lo cutre, porque nos enfrenta a nuestra más grotesca e incomoda verdad. Tal vez en lo cutre resida desde siempre el sentido de la humanidad; su naturaleza más orgánica, genuina y veraz.
Espero haber escrito al menos una columna esencialmente cutre. Aunque lo que mejor explica su significado lo hallé escrito sobre una de las fachadas de la extinta casa okupa de Valdenoja. Se leía: “LO CUTRE ES BELLO”
Eso lo resume todo.

lunes, 22 de diciembre de 2008

COLUMNA 33

COLUMNA
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He aquí la columna aparecida la semana pasada en "El Mundo Hoy en Cantabria". Va sobre esos entrañables ordenadores que tanto nos entretuvieron en nuestra infancia.
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Yo tuve un MSX...
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Era la época de los últimos Atari y los primeros MSX, eran los embrionarios juegos de cinta y de cartucho; aquella prehistoria simpática de los primeras computadoras personales, robustas y compactas. Eran aquellos juegos iniciáticos, la edad de oro del software español; el éxito de empresas como Topo Soft, ERBE o Dinamic. Era la época de los primeros joysticks, toscos y crujientes. Eran los 512 colores y los 8 bits. ¿Para qué seguir?
¿Cómo recuperar aquel ímpetu, aquella novedosa necesidad de jugar asomándose en la punta de los dedos? Imposible. Ni la XBOX ni la Play 3 hoy lo logran. La adicción que me causaban aquellos juegos supera a la de las actuales y sofisticadas videoconsolas. Será cosa de las edades, supongo.
Eran aquellas cintas que había que rebobinar y cargar durante minutos, los primeros juegos, su musiquilla humilde y elemental. También era la época de la EGB. No había Internet del que descargar nada, ni pendrives en los que archivarlos. Era en el patio del colegio o en los pasillos donde se llevaba a cabo el intercambio doméstico de cintas y cartuchos, y el de las copias que pirateábamos con una curiosidad ingenuamente clandestina. Era la picardía que nos llevaba a comprar un juego, grabárnoslo y devolverlo, diciendo que no cargaba, y de esa forma cambiarlo por otro diferente. Era la división en dos bandos: los de MSX y los de Spectrum, la primera identificación grupal, cuando un compañero desconocido se te acercaba y decía “Tienes un MSX, ¿quieres que intercambiemos juegos?” y tú decías que sí.
También era cuando aún existían salones recreativos, cuando los críos bajábamos a la calle para jugar y arañarnos las rodillas en las aceras. La infancia oscilaba entre los balones y los teclados, entre pantallas y gomas de saltar. Luego crecimos. La ciencia avanzaba de nuestra mano. Pronto llegaron los 486 con sus discos de 3´5. Después los superprocesadores, las sofisticadas consolas portátiles e internet, con sus miles de emuladores descargables, y hemos vivido junto a ellos, saturados y solos.
Conozco a varias personas a las que el MSX se les ha quedado guardado en el pecho y en seguida se lo notamos en la cara, se lo vemos en los ojos. Sin duda, los juegos del primer ordenador, por básicos que fueran, definieron algo en nosotros.
Ayer mismo, un vecino que tiene mi misma edad me confesó, con voz melancólica y mirada perdida: “Sí. Yo tuve un MSX...”

Vicente Gutiérrez

domingo, 14 de diciembre de 2008

COLLAGE

COLLAGE
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Este es uno de mis últimos collages. Va desanclado por la siguiente frase collage: "La primera vez que te besé, donde ella estubo, excava dentro de tu corazón"
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miércoles, 10 de diciembre de 2008

COLABORACIÓN

He aquí mi colaboración en "El Rapto". Se trata de una noticia real comentada:
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Aviones de British Airways vuelan sin pasajeros por errores de horarios
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La compañía aérea británica British Airways reconoció que ha hecho volar aviones transatlánticos sin pasajeros en las últimas semanas a causa de una descoordinación en los horarios de sus pilotos y personal de a bordo.
"A causa de los horarios extremadamente complejos de nuestros 15.000 miembros de equipaje, a tiempo completo y parcial, ha sucedido que en algunos casos muy raros no tuviéramos personal de cabina disponible en algunos vuelos", explicó una portavoz de BA a AFP este viernes. "A veces fue necesario hacer despegar un avión solamente con pilotos y carga a bordo", ya que los horarios de pilotos y el personal auxiliar no acababan de coincidir, explicó la portavoz.
BA emplea más de 3.000 pilotos para una flotilla de 240 aparatos.
La portavoz aseguró que BA "trabaja duro para rectificar esta situación en cuanto sea posible", tras asegurar que la decisión de hacer despegar esos aparatos "no fue tomada a la ligera".
Un 0,3% de los vuelos de BA resultó afectado por esos problemas durante el pasado mes, aseguró la fuente consultada.
"En esas ocasiones desplazamos a los clientes hacia otros vuelos, advirtiéndoles lo antes posible", añadió.
La anómala situación de esos "vuelos fantasma" fue denunciada recientemente por la organización ecologista Greenpeace, como ejemplo de la indiferencia de las aerolíneas en la lucha contra el cambio climático.
LONDRES (AFP)

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Tarde o temprano tenía que pasar. En realidad llevaba sucediendo desde siempre: me refiero a ese absurdo transporte del vacío. Pues esa es la función de los aviones hoy en día: trasladar nuestro vacío a otro vacío. Y de ese modo ir haciendo un nicho, una cárcel estrecha en nuestras vidas. Porque, al margen del despilfarro y la contaminación ambiental y acústica que conllevan esos cacharros, no olvidemos su función esencialmente miserabilista. Uno va comprándose billetes de avión y así traslada su aburrimiento y su equipaje de hotel en hotel, de decorado en decorado. Los aviones son ya los carruajes actuales del espectáculo, de la falsa aventura que nos venden enlatada. ¿Qué son esos paquetes de viajes organizados del turismo de masas sino simulacros de la vida, recreos para esperar la muerte en los que presenciamos la irrealidad de nuestra vida y de la historia; parques temáticos en los que la vida parece desarrollarse como en una película y que contienen, al igual que una película, ya su conclusión, su límite y su único guión posible ya escrito?

En 1874, mucho antes de la aparición de los vuelos masivos, en el Camposanto Central de Viena, Felbinder y Hudetz proyectaron un metro para ataúdes, mecanizado, engrasado y listo para su buen funcionamiento. Siempre que pienso en los modos de transporte actual me viene a la cabeza este aberrante proyecto que proponía funerales por correo neumático; los muertos serían conducidos directamente de la ciudad, a través de largas tuberías acondicionadas por aire comprimido, a sus respectivas tumbas.

El metro, actualmente, hace eso. Los aviones también. Porque la entidad del avión es ya la de una tumba vacía. Los viajes organizados del turismo masivo van transportándonos de la fábrica al hotel y del hotel a la fábrica, perdidos, flotantes, aislados, ni tan siquiera sonámbulos, viajando dentro de la nada como dentro de una línea de metro que se detiene un día ante zoológicos y playas artificiales, y otro día ante museos y hoteles de lujo. Y con el tiempo uno va comprendiendo que a lo largo de su vida lo único que ha construido ha sido un ridículo panteón de monumentos fotografiados.

Por desgracia el rumor de los aviones es ya el rumor de nuestra vida.
Vicente Gutiérrez

EL RAPTO

NUEVO NÚMERO
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Acaba de salir el nuevo número de nuestro periódico de inactualidad y contrainformación surrealista "El Rapto" Sus contenidos son estos: Eugenio Castro, Julio Monteverde, José Manuel Rojo, Emilio Santiago y Ángel Zapata: Lo que El Solitario esconde (elogio ponderado del contenido manifiesto de sus actos y exaltado del latente) * Los críticos crónicos: ¡Quema el dinero y baila! * Huérfanos Salvajes: Ciudadanos y ciudadanas de Móstoles, ¡¡¡a las armas!!! * ¡¿Crisis?! ¡¡Que la paguen lxs ricxs!! * Grupo surrealista de Madrid: Sobre las detenciones de Julian Coupat y sus camaradas de Tarnac * El devenir de una ilusión * Pablo Hernández: El cementerio de trenes de Salar de Yuri * Michael Löwy: Deus ex machina (resistencias a la mecanización de los cuerpos) * Miquel Amorós: Cuando el capitalismo se vuelve ecologista * El fetichismo de la mercancía demostrado por la ciencia * Noé Ortega: "La mañana del lunes 26 de mayo..." * Julio Monteverde: La utopía para nosotros (a propósito del libro "El incendio milenarista") * Retrato de la ideología adolescente * Lurdes Martínez: El cementerio muerto * Vicente Gutiérrez: Aviones de British Airways vuelan sin pasajeros por errores de horarios * Javier Gálvez: Reduzca su velocidad, exceso de visibilidad * Aún hay otra historia...

lunes, 8 de diciembre de 2008

COLUMNA 32

COLUMNA 32
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Hace dos semanas que me publicaron en "El Mundo Hoy en Cantabria" esta columna. Fue un sábado. Si alguien compró el periódico y lo conserva me gustaría tener una copia.
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Soplar
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Siempre me he preguntado qué es eso de entrar en la madurez, cuándo se llega a eso que llaman madurez, vamos. Claro que habría que tener claro que se entiende por madurez. ¿Hablamos de madurez interior? ¿Madurez hormonal? ¿Espiritual? ¿A qué nos referimos con eso de ser ya maduro o ser aún un inmaduro? Tengo 31 años y creo que, en mi caso, ese momento ya ha llegado. El de la madurez quiero decir. Y me he dado cuenta de la forma más simple y desalentadora. Me explico.
El otro día conducía por la autovía cuando me paró la guardia civil. Se trataba de un control rutinario de alcoholemia, algo razonable ya que mi coche puede pasar por el de un veinteañero que regresa de la discoteca. Cuando llegó mi turno bajé la ventanilla, el agente me miró fijamente, echó un vistazo al interior de mi coche y me dijo con un sutil movimiento de cabeza y cierto desdén: “Sigue”. Me indigné. ¿Cómo que “sigue”? ¿A qué viene eso? ¿Es que ya no puedo ser sospechoso de divertirme arriesgándome a conducir con una copa de más? ¿Sólo pueden serlo los veinteañeros? ¿Es que los agentes ya no ven en mí al joven malvado que podría ser aún?
El caso es que tras subir la ventanilla y arrancar el coche, me dije: “Ya está, ya he entrado en la madurez, ¡hala!” y seguí mi camino, agónico, mustio y compungido. Al margen de si aquella noche bebí o no más de lo permitido -eso es cosa mía- debo reconocer que afloró en mí algo así como un malestar de tipo existencial. A pesar de que pueda parecer un hecho insignificante no dejé de darle vueltas a lo sucedido durante días.
A nadie le gusta que le hagan controles pero el que te hagan soplar o te registren, de alguna forma, te insufla ánimos quijotescos, te hace sentir más joven y canalla. Y si por el contrario te dejan ir sin más es como si pasaras a ser ya otra cosa. Cuento esta anécdota porque creo que muchos hombres podríamos resumir así nuestro paso a la madurez. Es curioso, uno se pasa la vida evitando controles de alcoholemia hasta que llega el momento en que desea que se los hagan.
Decía Francisco Umbral que “Toda juventud necesita una épica”. Eso que llaman madurez tal vez llega cuando nos arrebatan toda épica posible, todo proyecto de vida trepidante y violenta. O tal vez cuando perdemos el derecho a ser aparentemente irresponsables.
De todos modos si algún agente de tráfico lee esto y me reconoce en un control, por favor, hágame soplar. Se lo suplico.

sábado, 6 de diciembre de 2008