viernes, 26 de junio de 2009

COLUMNA 51

COLUMNA
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Hoy, publican esta sentida columna acerca de una de las surrealistas más esenciales: Joyce Manosur.
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Joyce Mansour
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“A pesar de mis vestidos a pesar de mi marido / Soy feliz fea como soy / Porque los buitres me quieren / Y Dios también.” con versos como estos Joyce Mansour embriagó y asombró a sus colegas surrealistas.
Joyce Mansour, poeta nacida en Gran Bretaña y de ascendencia egipcia, fue descubierta por el surrealista egipcio Georges Henein vinculado al Grupo surrealista de París con el que participó activamente. Su poesía fue editada principalmente por Le Soleil Noir e ilustrada por artistas del movimiento surrealista como Lam, Matta, Svanberg o el CoBra Pierre Alechinsky.
A pesar de todo esto en España, Mansour, sigue siendo una gran desconocida. Suele ocurrir. Muchos poetas fundamentales, por una u otra razón, siguen sin ser editados en castellano y en otras ocasiones esas traducciones llegan muy tarde. Pienso ahora en poetas como Gellu Naum o Gherasim Luca. Quizá esto tenga que ver con la tendencia generalizada en nuestro país a rechazar, ningunear y desestimar de partida cualquier obra poética que reconozca como suya la tradición de la ruptura del lenguaje, de la historia y no imite las tendencias estilísticas hegemónicas.
Por otro lado, en la poesía editada en España, de dentro o de fuera, me es difícil encontrar aquella que me zarandee y aturda. Pero de vez en cuando pasa. Me sucedió con Alejandra Pizarnik y me acaba de suceder con Joyce Mansour.
Por lo tanto es de celebrar que la editorial Igitur acabe de publicar el libro Gritos, desgarraduras, rapaces que recoge tres de sus más representativos poemarios. Hasta su aparición pocas eran las traducciones al castellano de su obra; tan sólo en revistas como Salamandra. Intervención surrealista, en la excelente Antología de la poesía surrealista de Aldo Pellegrini o en algunas páginas web.
El prólogo es de Juan Manuel Bonet y sitúa la obra de Mansour en su contexto histórico, señalando su relación con otros artistas y escritores. La traducción es de Eugenio Castro –quien por cierto también ha traducido a Gherasim Luca- y añade un certero epílogo que desgrana y explica la luciferina naturaleza de la obra de Mansour: su juego erótico, su fiereza abismática, su oscilación entre el arrebato sexual y la ternura.Un libro lleno de embriaguez en el que el lector podrá encontrar joyas como esta: “La membrana rosa / que a pesar de sus desgarros / Oculta mi alma mestiza y sus sueños herrumbrosos / Vibra porque tu voz viaja.”

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