viernes, 25 de julio de 2008

COLUMNA 17

COLUMNA 17
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Hoy me publican en "El Mundo Hoy Cantabria" esta columna. Se trata de una tanda de columnas que yo califico como "burras" por su tono y su agresividad dialéctica...
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La tipeja
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No recuerdo cómo la conocí; puede que me la presentaran o que coincidiéramos sin más en aquel bar. Era joven y atractiva. Llevaba puesto un foulard palestino con print multicolor al estilo hiver chic de Balenciaga y bombacho turco con lentejuelas y aberturas laterales. Todo iba bien pero no tardó en abrir la boca. Comenzó diciéndome que estudiaba filología, pero no me quedó muy claro ya que usó varias veces la palabra autodidacta. Después me dijo: “Me han dicho que eres escritor. Pero de los de verdad, de los que salen en el periódico…” Vaya, ahora va a ser que si no sale tu cara en la prensa no puedes ser escritor. Y continuó con el rollo de que quería ser escritora, cosa que me parece bien si no hubiera sido porque al instante añadiera: “Mi objetivo es ser la nueva Lucia Etxebarría” Le pedí que me lo repitiera porque no salía de mi asombro y ella procedió a repetírmelo con una petulancia que ya resultaba altamente irritante. A ver, no tengo nada contra Lucia Etxebarría pero ¿desde cuando un escritor escribe, ya no para parecerse a otro, sino para ser ese otro escritor? No tardó en añadir: “Porque sabes quién es, ¿no?” Le dije que no, tan sólo para joder; para incomodarla tanto como ella me estaba incomodando a mí. Y siguió con el ataque: “Pues deberías DE leerla, te la recomiendo. También a Tolkien, te gustaría...” ¿A santo de qué venía lo de Tolkien? Llegados a ese punto su idiotez ya me había provocado un irrefrenable deseo de violencia. ¿Cabe en la imaginación un ser más patético? Conozco de sobra a esta gentuza, vaya si los conozco; son los acérrimos candidatos a literatos oficiales capaces de arrancar la piel de su padre a tiras con tal de obtener una porción de la “tarta cultural”. Continuó informándome de que estaba escribiendo una novela autobiográfica con la que “pienso ganar el Premio Nadal”. En ese momento mi mente se colapsó y no supe qué contestar. Y ella, al notar mi estado de conmoción agregó con aires de suficiencia: “Pero oye, que sé que ese concurso va por enchufe” Y para terminar de rematarlo me aseguró: “Es que tengo mis contactos: conozco a Fulanito que conoce a Menganito que…” Y creo que fue en ese momento cuando, tras haber cogido la suficiente carrerilla, me lancé sobre ella propinándole una fabulosa patada voladora, arrojándola así al fuego del Monte del Destino… de modo que Sauron desapareció para siempre de la faz de la Tierra.

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