lunes, 2 de junio de 2008

COLUMNA 11

PEGATINAS
p
Hoy me publican en "El Mundo. Hoy en Cantabria" esta columna. Se trata de una crítica a la construcción del aberrante Parque Botánico de las Llamas.
p

p

Pegatinas
i
Alucino. Dos ciudadanos han sido condenados a 6 días de localización permanente en su domicilio por colocar pegatinas por Las Llamas. Las “peligrosas” pegatinas servían para informar y dar alternativas a la actual construcción del aberrante Parque de las Llamas. Dicen los medios que han pegado medio millar.
Yo vivo por esa zona. He crecido y paseado con amigos y familiares por la Vaguada. He pasado tardes enteras en los muchos prados que había allí antes. Mi primera cometa la eché allí. La primera vez que vi luciérnagas –ahora ya no hay- fue allí. Cuando el parque no era más que un proyecto lloré al ver cómo las propuestas de agrupaciones vecinales y ecologistas como ARCA eran ignoradas; propuestas que en otros países europeos son aceptadas y valoradas, que integran y hacen útil lo natural, además de ser más económicas. Y presencié el lento proceso que fue convirtiendo un territorio salvaje en un monumento al hormigón, la argamasa y el poder. Porque no nos olvidemos que estos proyectos son eso: engreídas muestras de poder (Stalin diseñaba cosas así) El mensaje ha sido claro: podemos hacer lo que queramos, podemos construir y despilfarrar como queramos. Claro que intenté hacer algo, no sólo llorar. Así que yo también coloqué pegatinas, repartí panfletos, pegué carteles y participé en actos que informaban de lo que ya se empezaba a hacer allí. Recogiendo firmas comprobé que la mayoría de la gente hubiera preferido desniveles naturales, prados amplios y respeto a la naturaleza. Pero seguí llorando mientras lo construían. Lloré cuando, en periodo electoral, lo pseudoinauguraron. Y actualmente cada vez que me paso por allí –ya voy poco- lloro al ver que su construcción, con su correspondiente agresión ambiental y pérdida biológica, continúa.
Al parecer el Juzgado considera a los acusados responsables de una falta de «deslucimiento de bienes inmuebles» recogida en el Código Penal. Creo que lo que debiera recogerse en el Código Penal y considerarse como flagrante «deslucimiento» de una ciudad es gastar 31 millones de euros –por ahora- del dinero público en construir una abominación como esa.
Me solidarizo con los dos condenados. Ojalá que todos los santanderinos hiciéramos como ellos. Sería muy saludable que la ciudadanía plantase cara masivamente ante estas y otras injusticias, y no aborregarse y acatar. Ciudadanos como estos son los que más hacen falta en Santander.

No hay comentarios: