viernes, 13 de noviembre de 2009

COLUMNA 65

COLUMNA
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Hoy me publican esta columna en "El Mundo-Cantabria". Se trata de una variante del llamado BookCrossing: el ParaguasCrossing.
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ParaguasCrossing

Hace unos años estuvo de moda el llamado BookCrossing; la práctica de dejar libros en lugares públicos para que otros los recojan, lean y vuelvan a abandonar; al libro se le añade una etiqueta en la que se invita a entrar en la web de BookCrossing para describir el hallazgo. Aquel que lo encuentre puede registrarlo con un número identificativo y así quedará archivado en una base de datos.
Si les soy sincero nunca practiqué el BookCrossing; ni en el sentido de abandonar libros por ahí ni en el de tener la suerte de encontrármelos. Pero sí que me ha pasado algo similar con otro tipo de objetos, quizá más poéticos: los paraguas.
Sin ir más lejos, el otro día estaba haciendo unos recados por la ciudad. Llovía. Afortunadamente portaba un viejo paraguas, negro, ajado, con las varillas torcidas y el mango desajustado. Al entrar en una tienda lo deposité en el paragüero de la entrada y antes de abandonar el comercio lo recogí, con cierta prisa. Una vez fuera, al elevarlo, reparé en que el mango estaba totalmente rígido y además disponía de un botón a la altura del dedo gordo. Lo accioné. De pronto el paraguas se desplegó como revivido por algún extraño conjuro. Observé asombrado que no tenía ningún desperfecto, su superficie era enorme y las varillas estaban perfectamente tensadas.
El desconcierto me impidió durante un rato darme cuenta de que me había equivocado de paraguas. Y en vez de dar marcha atrás y devolverlo decidí seguir avanzando, guarecido bajo su confortable protección.
Nunca me había parado a pensar en eso pero en toda mi vida siempre he usado paraguas que he encontrado o hurtado –involuntariamente- en todo tipo de lugares, paraguas que perdía poco tiempo después. De hecho éste último también lo extravié.
Lo del BookCrossing está muy bien pero de todos los objetos que nos rodean en la sociedad actual el que más se presta a ser abandonado y recogido –en Cantabria sobre todo- es sin duda el paraguas. Ese maravilloso objeto representa más a Santander que la Torre del Oro sevillana y los caretos de San Emeterio y San Celedonio juntos.
Ignoro si ya existe algo así –en algunas ciudades europeas lo hacen con las bicis- pero estaría bien liberar paraguas en las calles para que sean recogidos y usados por otras personas, asignándoles un número de registro y una etiqueta en la que anotar comentarios.
Contribuyan, pues, al ParaguasCrossing con su mejor paraguas.

Vicente Gutiérrez

2 comentarios:

perezlr dijo...

Estimado amigo:
El otro día, al salir de una tienda con cierta prisa debida a mi costumbre de no abonar las compras, tomé por error un paraguas cuya descripción coincide con la del tuyo y dejé en el paragüero un magnífico ejemplar automático con gran valor sentimental (apalée con él a un cura un domingo de ramos). Te ruego negociemos la restitución inmediata.

Tuyo affmo: R.

P.S.-El mango de tu negra medusa, por cierto, ha devenido definitivamente flojo...

Vicente Gutiérrez Escudero dijo...

La restitución de su estimado paraguas sólo se llevará a cabo si ingresa en un número de cuenta que le proporcionaré de la forma más inesperada de 4 millones de dólares.

Por cierto, se sorprendería de los increíbles usos que se le pueden dar al mango de su aparatito.