martes, 23 de septiembre de 2008

COLUMNA 24

COLUMNA
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Hace unos días Juanjo Viota me hizo un retrato maravilloso. Es este que véis. A raíz de esto escribí esta columna, en la que describo mis sensaciones al contemplarlo; literalmente, me sepultó. Juzgad vosotros mismos:
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Retratos
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Hace unos días encargué un retrato a mi amigo el pintor Juanjo Viota. Quedó bien parecido y bien de calidad, como todo lo suyo y muy de penetración. A lo largo de mi vida me han hecho muchos retratos; los de los típicos artistas callejeros, los que encargas a pintores de renombre, los que te hacen en servilletas de papel, improvisadamente, los amigos que estudian Bellas Artes e incluso algún que otro autorretrato. No, no es egocentrismo sino grotesca autocuriosidad. Me ayudan a conocerme. Pero el otro día, al ver el realizado por Juanjo, sentí que mi retrato definitivo ya había llegado. Quedé muy satisfecho pero de algún modo aquel cuadro había concluido algo en mí. Me explico.
Casualmente, el día que lo recogí, leía en un libro de Francisco Umbral titulado “Mis paraísos artificiales” un texto en el que hacía referencia a un retrato que le había pintado Álvaro Delgado. Umbral, harto de que la mayoría de retratistas le pintaran enigmático e inacabado se sorprendió al ver ese cuadro. Según él era el mejor retrato que le habían hecho en la vida. Decía: “Álvaro no pintó lo que los demás ven sino el que yo veo desde el interior. Pintó mis ruinas secretas y mi cansancio del alma” Pero a pesar de verse identificado totalmente en él, nada más colocarlo sobre la chimenea sintió que todo había terminado. Yo sentí algo parecido. Umbral argumentaba que un buen retrato aporta al mundo una imagen de ti ya definitiva. Y es verdad; uno vive ambicionando una imagen de sí mismo. El proceso puede durar décadas o incluso toda la vida. Así que jode que venga un pintor y de en la diana y te entregue ya esa imagen que andabas buscando y que quizás, en el fondo, nunca quisiste encontrar; esa imagen que resume lo que eres, querías ser y serás. Todo eso está en un buen retrato. Y a la gente de a pie nos sientan mal los buenos retratos; los retratos son para los reyes y los cantantes, para los ladrones en busca y captura. Así que cuidado con encargar retratos de alta calidad porque se pueden volver en tu contra.El retrato de Viota es tan certero y absorbente que siento estar ya sepultado en él. Umbral dice que en todo retrato hay algo de embalsamatorio y definitivo, algo de panteónico y sin vuelta de hoja. Es verdad. Y da igual que lo cuelgues en la pared, lo metas en el armario o lo regales; ya está en tu memoria, clavado y enmarcado, dándole a tu vida una fijeza extraña y definitiva.

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